Editorial

La cultura es el espacio natural donde la sociedad dialoga, disiente, se reinventa y de algún modo constituye al propio ser social; es decir, funciona en el marco de la sociedad civil donde la influencia de las ideas, las instituciones y las personas se ejerce no a través de la dominación política, sino a través del diálogo y del consenso ciudadano. Por tanto, si hay un espacio donde debe anclarse la democracia y el desarrollo de los hombres y mujeres es precisamente en la cultura.
Lo que es significativo no es tanto su contenido, como el hecho que se comparta. Esas representaciones comunes ofrecen una cierta preorganización del mundo, un mapa compartido con el que orientarnos. La cultura es al mismo tiempo memoria común (una misma lengua, una misma historia, unas mismas tradiciones) y un conjunto de reglas que permiten la convivencia (convenciones sociales, códigos de conducta).
Las democracias del futuro tienen una de sus pruebas más decisivas en su capacidad de desarrollar la cultura para así contener a sociedades cada vez más plurales. Una democracia es más potente, al contrario de lo que a veces se afirma, no cuanto más consenso tiene, sino cuanto más conflicto es capaz de contener, contando con medios para lidiar esos conflictos, reconducirlos al marco común de convivencia. En la misma línea, podemos decir que no es más fuerte un estado cuanto más homogéneo culturalmente sea, sino cuanta más heterogeneidad cultural sea capaz de contener. Ese será uno de sus valores esenciales. De no avanzar por esa vía, los incentivos a la desarticulación social crecerán.

Mtro. Luis Fernando Ruz Barros

jueves, 20 de noviembre de 2008

CUMBRES DE ROMANTICISMO…

EL ORÁCULO DE DELFOS

Por: Lic. Luis Fernando Ruz Barros


CUMBRES DE ROMANTICISMO…

En la Literatura moderna ha habido una enorme obsesión por la soledad y “Cumbres Borrascosas”, de Emily Brônte, debe permanecer como la expresión más violenta del producto de una austeridad y aislamiento extremos antes escrita. Es pues, la historia de un amor absolutamente psicótico, tan alejada de las novelas de sus dos hermanas y mucho más aun de la primera adaptación de la obra llevada al cine por William Wyler en 1939. Brônte se crió con una gran simplicidad, con la única compañía de su padre, un gris pastor irlandés, y sus hermanas, con las que intercambiaba historias para consumir el tiempo en los remotos páramos de Yorkshire. Dada esta situación es improbable que Emily pudiera tener una experiencia verdadera de amor, al menos de amor de pareja, entonces, ¿cómo es posible que destilara una belleza tan natural y una furia tan enloquecida y apasionada en una novela?. ¿Es Cumbres borrascosas una historia de amor? Esa es, quizá, la emoción que se halla más ausente durante la narración, a pesar de ser la constante en la historia. Durante el desarrollo de la novela el corazón se va cubriendo de una capa de escarcha que apenas se disipa por las esquinas. La atmósfera de Cumbres borrascosas atraviesa el papel, sientes en la cara la brisa fresca de los páramos y escuchas el sonido del viento que furioso trae mensajes de muerte y desolación. La naturaleza humana en su faceta más descarnada se muestra en unos seres que van siendo martirizados emocional y físicamente por el destino que ellos mismos se buscan, en algunos casos, y que les viene dado sin consultarles, en otros. Así la saga de los personajes principales se abre como un paraguas dejando en manos de su verdugo a la descendencia de todas las comparsas de la obra. Heathcliff, en su delirio, ingeniará un plan para cobrarse la deuda, de la que cree ser acreedor, en la figura de Catherine, hija de su amada, y Linton, su propio hijo, sin tener en cuenta a Hareton, descendiente de su odiado Hindley, en el que, curiosamente, no puede dejar de ver el rostro de aquella a quien ama y que será el eslabón por donde se rompa la cadena. El lector se verá golpeado metafóricamente y obligado a entender el mundo desde la perspectiva de una sociedad oscura, supersticiosa, cruel, inculta y rígida. La naturaleza se convierte en un personaje más de la obra, tiene sentimientos y padece, aquí encontramos uno de los muchos puntos que convierten a esta obra en un paradigma del romanticismo. Otros serían, la no separación entre lo real e irreal, razón y sentimiento, amor y muerte. Aquí reside la fascinación de “Cumbres Borrascosas”, en un modelo de catástrofe, visto por una mujer completamente inocente, dotada, de alguna manera, de la capacidad de expresar una desesperación pura. Sin duda, esta es la razón que llevó al genial Georges Bataille a considerarlo “uno de los mejores libros jamás escritos”.


1 comentario:

Anónimo dijo...

obra que me gustaria leer "cumbres..." todavia no tuve la oportunidad de hacerlo pero seguro lo harè , ademas me gusta leer todo tipo de literatura gracias por las recomendaciones