Editorial

La cultura es el espacio natural donde la sociedad dialoga, disiente, se reinventa y de algún modo constituye al propio ser social; es decir, funciona en el marco de la sociedad civil donde la influencia de las ideas, las instituciones y las personas se ejerce no a través de la dominación política, sino a través del diálogo y del consenso ciudadano. Por tanto, si hay un espacio donde debe anclarse la democracia y el desarrollo de los hombres y mujeres es precisamente en la cultura.
Lo que es significativo no es tanto su contenido, como el hecho que se comparta. Esas representaciones comunes ofrecen una cierta preorganización del mundo, un mapa compartido con el que orientarnos. La cultura es al mismo tiempo memoria común (una misma lengua, una misma historia, unas mismas tradiciones) y un conjunto de reglas que permiten la convivencia (convenciones sociales, códigos de conducta).
Las democracias del futuro tienen una de sus pruebas más decisivas en su capacidad de desarrollar la cultura para así contener a sociedades cada vez más plurales. Una democracia es más potente, al contrario de lo que a veces se afirma, no cuanto más consenso tiene, sino cuanto más conflicto es capaz de contener, contando con medios para lidiar esos conflictos, reconducirlos al marco común de convivencia. En la misma línea, podemos decir que no es más fuerte un estado cuanto más homogéneo culturalmente sea, sino cuanta más heterogeneidad cultural sea capaz de contener. Ese será uno de sus valores esenciales. De no avanzar por esa vía, los incentivos a la desarticulación social crecerán.

Mtro. Luis Fernando Ruz Barros

viernes, 28 de noviembre de 2008

LAS PASIONES ENCONTRADAS…

EL ORÁCULO DE DELFOS

Por: Lic. Luis Fernando Ruz Barros


LAS PASIONES ENCONTRADAS…

Madame Bovary es una revelación; escrita hace casi ciento cincuenta años, parece tan fresca como si fuera la novela del futuro. Los lectores acostumbrados a pensar que las novelas del siglo XIX están llenas de divagaciones, digresiones, dominadas por el argumento, tendrán una sorpresa cuando se encuentren con una novela de aquél siglo que es digresiva con un argumento absorbente, envolviendo todo eso con una prosa tan exquisita que el libro parece, a manera barroca, tan frágil pero tan sólido. La novela de Flaubert ha inspirado miles de estudios. Dadas las limitaciones de la mayoría de éstos, es necesario recurrir a otros textos críticos para examinar la teoría flaubertiana de la novela, el método de trabajo del escritor y su obsesión por el estilo. Es interesante notar la ironía que muestra el autor hacia sus personajes. Es una de las características principales de la escritura. La voz narrativa está en sintonía con el realismo. Se trata de un narrador omnisciente en tercera persona. En el primer capítulo, no obstante, al hablar de la infancia de Charles, se sitúa en una segunda persona del plural que la Crítica ha atribuido a la voz de un anónimo compañero de Charles. Sin embargo, la aportación narrativa fundamental de Flaubert es el llamado estilo indirecto libre, consistente en que, sin abandonar la tercera persona, focaliza sobre el pensamiento de un personaje (principalmente Emma) de tal manera que el lector no sabe si está hablando el narrador o el personaje. Flaubert coge pues, la historia del adulterio y la presenta como un elemento banal y sin heroísmo del mundo pequeñoburgués provinciano, en el cual esta inmerso. Pero también hace que sea hermoso, sórdido, melancólico, y porque no, gozoso, pues se deleita en las emociones desbocadas y la confusión de sentimientos que los clichés no pueden ni ocultar ni contener. Emma Bovary, una espléndida belleza atrapada en un matrimonio que la aburre, anhela las emociones intrépidas y desmesuradas que encuentra en las novelas románticas que devora. Su lineal vida, su esposo y su imaginación nunca son suficientes; tiene un amante y luego otro, pero ninguno consigue saciar sus amplios apetitos. Se vuelve compradora compulsiva, como falsa medida a su ansiedad, pero en esto tampoco se encuentra plena. Cuando todo resulta en la profunda desesperación de encontrarse fallida, debido a lo vehemente de sus deseos, acaba atentando contra su vida, endeudada y desesperada. El narrador sugiere el estado psicológico de la protagonista a través de acciones que implican en la narración un hastío, una insatisfacción con la vida para, más adelante, establecer las posibilidades que la protagonista se plantea frente a su muy rutinaria vida doméstica: bien el convento (la muerte), bien la vida plena (París). Si se lee cuidadosamente, no obstante, se puede apreciar el tono irónico que el narrador aplica a la escena para insinuar que ambas salidas son igualmente estetizadas y, por otra parte, ridículas según el contexto establecido. Flaubert no se burla de Emma Bovary; tampoco pretende moralizar ni dar una definición sentimental o trata acerca de su gozo y desesperación como algo estoico. La lectura, impersonal y a veces prosaica, mounstrosa en su precisión y objetividad, pero simpática y casi encantadora, se burla de todo y de todos con su actitud distante valorando todo con su rica y minuciosa atención a los detalles, haciendo del texto mucho más que una historia de infidelidad una forma de pasiones encontradas.



1 comentario:

Sin Corazón dijo...

...y ya nadie me escribe diciendo no consigo olvidarte...
Para mi los libros son espejos que muestran el alma del hombre a traves del tiempo, y en Madame Bovary, que a propósito es una de las mejores novelas que he leido, veo la necesidad que sentimos muchas veces de sentirnos amados, pero pienso que primero debemos aprender a amarnos y odiarnos nosotros mismos y en esa lucha interior encontrar cierto equilibrio para luego poder darnos por completo a otra persona. No podemos ir eternamente buscando fuera lo que no hallamos dentro y para eso deben desatarse varias guerras en nuestra alma.
Muchas veces hacemos sufrir a quienes nos aman por culpa de nuestras propias insatisfacciones y no debiera ser asi.